Con todas las ganas hacia la vida
¿Sabes qué es revolverse con todas las ganas hacia la vida?
Los minutos pasaban eternos. La batalla acababa de librase dentro de mí y yacía en el suelo del baño sin poder moverme. Los ojos permanecían cerrados. El cuerpo lo sentía rígido. El frío más allá de la piel me calaba hasta las entrañas. No podía pensar y perdí la noción del tiempo. Justo en ese momento me había dejado vencer. Lo daba todo por perdido.
Y estos momentos pasan. Y hay que dejarlos que pasen. Estos momentos son necesarios para después sacar las garras. Quien conoce bien el infierno sabe pasear por el cielo. En estos momentos no sirve la psicología, ni el pensamiento positivo que abre aún más el desfiladero entre abismos. En estos momentos ardes en el infierno y todo son piedras, insultos, te labras tu propia condena.
Y así, tumbada en el frío suelo, rígida, con las lágrimas resbalando, una voz interior que te empieza a arrullar. Venga, no pasa nada. Tranquila. Es un ataque de ansiedad. Todo irá bien. Ve despacio.
Lo negro se va tornando luz y los ojos se abren como al despertar tras el sueño. La mirada queda fija en un punto sin sentido e intentas razonar sobre qué es para de alguna manera tocar la realidad. Al principio la vista es borrosa. Los vuelvo a cerrar. Tengo frío, mucho frío, pero soy incapaz de moverme. Vuelvo a mirar. Sigue ahí esa rejilla. La observo como si fuera un objeto nuevo y comienzo a mirar a su alrededor. El techo blanco permanece quieto como yo. Me deslizo hasta el baño, los focos, el espejo y de nuevo el techo o, ¿es el suelo?. Me parece tan frío como esta cama que me acoge. Y no sé en qué momento comienzo a buscar en mi interior un hilo al que agarrarme. Escribe me dice una voz. Escribe.
Me levanto entre aturdida y mareada, como gallinita ciega, con ansia y desesperada buscando un lápiz y un papel. Escribe.
De mi diario «vivo luego escribo» | 10/02/2021
Hacía tiempo, mucho. Tanto que se me retuerce el pasado. Hacía tiempo que no tocaba lo negro con mis manos. Llevo días haciendo equilibrio por la línea del abismo. A veces mi cuerpo parece vencerse al precipicio. Otras, me dejo caer aunque de alguna manera me sujeto a la cuerda tensa que me sostiene. Pero hoy, hacía tiempo, tanto que revivo imágenes del pasado frente al espejo. Entonces salí sola y reforzada, aunque quizás no lo supiera hasta hoy. Salí llena de vida.
Pero hoy me he caído de esta fina línea tensa que me mantenía en pie. Hoy he caído al precipicio donde se cobijan todas mis miserias, y mis miedos, y mis faltas, y mis inseguridades, y mis insultos, y esa espiral de autodestrucción. Hoy he caído y quise sujetarme, pero ya no hay línea que me sostenga. Hoy he tocado lo más negro de mis sombras y ahí es donde navego ahora. Quizás es lo que tenga que hacer por un tiempo. Nadar en ese fondo para resurgir con más ganas. Llena de vida.
Una nunca sabe cómo llega a este pozo cuya salida se ve tan lejana. De repente, un golpe, una caída, una palabra, y todo líquido se derrama.
Hoy me reconozco tocada y hundida. Y ahora mismo nada puedo hacer. Abrazarme, darme todo mi cariño, quererme y consolarme. Por mucho que me hable y por mucho que me intente animar hacia ese lado positivo de las cosas, no hay ahora mismo palabras de consuelo. Y nada ha pasado y todo ha pasado en un instante tirada en el suelo. Y allí, fría, con lágrimas resbalando es dónde he recordado esta misma sensación del pasado. Sin rumbo, perdida, sin nada que alimente mis sueños. Sin nada que ahora mismo quiera hacer. Nada, nada, nada. Qué triste todo. Y nadar en ese pozo es lo que tengo que hacer. Y sacar mis miserias a la luz. Y gritar, y quejarme, y decir basta. Y quererme. Y abrazarme. Y decir yo primero. Sí, primero yo.
Qué solitaria es la vida cuando uno se llena de historias inventadas. En estos momentos, cuando el alma se rompe, no hay nadie, no hay nada, no hay consuelo. No sientes nada.
——
Poner el punto y final y desnuda dejar caer el agua.
Tomar aire, despacio.
Escribir.
Vivir.
Y que hable la vida.
Comments (2)