Tengo triste hasta las comisuras
«Tengo triste hasta las comisuras», es una frase que escribí en el verano 2019, en una de tantas libretas que arrastro en mi día a día. Así que no, ahora mismo no estoy triste. Simplemente me sirve para introducir algo que quiero contar.
Hace unos días leí en una cuenta de Instagram una reflexión sobre una frase de un escritor y que hablaba de su relación con la escritura. Él venía a decir que escribía para salvarse y la chica de esa cuenta pensaba que quizás era al revés. Se salva para escribir.
En ese instante no supe qué pensar. A veces considero que mi relación con la escritura es un poco tóxica. Unas veces escribo por impulso, para vaciarme. Porque un sentimiento, una emoción me quema tanto, que necesito canalizarlo a través de las letras para calmar ese latir. Quizás es un poco escribir para salvarme y no quedar anclada en una asfixia que me deja sin aliento, sin rumbo. Como es la frase que os comparto en mi introducción. De la que recuerdo perfectamente cuándo la escribí y en qué situación me encontraba. Fue mi manera de llorar en aquel instante.
Reconozco que casi todo lo que comparto, o tengo escrito, ha nacido desde el sentimiento. Resuena la emoción en las palabras que escribo.
En mi relación con la escritura también existe la parte lúdica. La del disfrute. La de llegar a ese punto y final y sentir esa sensación de alcanzar el texto que late. El texto que transmite aquello que en ese mismo instante de creación estoy sintiendo. El texto que una vez leído me rompe por dentro y escupo mi emoción.
También cabe en esta relación que comparto desde que era adolescente con mis queridas letras, la del miedo, la de la inseguridad, la de inventarme mil y una excusas para no enfrenarme al papel en blanco. Porque llevo conmigo un cajón lleno de ideas, historias, fantasías, emociones, encuentros, vivencias, y un largo etcétera por contar. Pero es un ni contigo ni sin ti. Es un querer y no puedo. Una constante invención de no tener tiempo. Una pescadilla de ilusiones invertidas. Una noria que gira sin descanso. Una herida abierta sin cicatriz.
Y ahora, en esta lucha que libro, en este debate sobre qué significa para mí el proceso de escritura, es cuando caigo en la cuenta de que quizás antes tenga algo que salvar para poder escribir.
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