Entre la palabra y el papel en blanco
En silencio me debato entre la palabra y el papel en blanco. La palabra tiene cierta exposición que últimamente rechazo.
En silencio me debato entre la palabra y el papel en blanco. La palabra tiene cierta exposición que últimamente rechazo.
«Tengo triste hasta las comisuras», es una frase que escribí en el verano 2019, en una de tantas libretas que arrastro en mi día a día. Así que no, ahora mismo no estoy triste. Simplemente me sirve para introducir algo que quiero contar.
¿Sabes qué es revolverse con todas las ganas hacia la vida? Los minutos pasaban eternos. La batalla acababa de librase dentro de mí y yacía en el suelo del baño sin poder moverme. Los ojos permanecían cerrados. El cuerpo lo sentía rígido.
Mi nombre completo es Nadia Martínez Narváez y estudié Ingeniería de Telecomunicación. Mi padre es también ingeniero y es por lo que el Martínez lo dejo para lo laboral, para las ciencias.
Una de las razones por las que anhelaba tener hijos era porque quería saber cuán grande era ese sentimiento que nacía en las madres.
Hace tiempo, mucho tiempo, miraba las horas pasar. Ahora es mi obsesión, el tiempo.
Existe un momento, corto, intenso, vibrante, como un fino hilo de instante, que se tensa por el deseo que abriga mi cuerpo de mojarte.
La noche me acaricia con su fría piel y me susurra palabras sordas fundidas en el silencio de las almas que vagan alrededor.