En silencio me debato entre la palabra y el papel en blanco.

La palabra tiene cierta exposición que últimamente rechazo.

Y es que tantas veces me mandaron callar que ya solo sé tragar. Otras, simplemente, no me escuchaban o me pisaban con sus voces hasta que esa asfixia de palabras se me hacía un nudo en la garganta. Nunca he sabido reivindicarme. Siempre he sido la de la esquina silenciosa, la muda cuya lengua se comió el gato. Y todos reían y, yo enmudecía aún más.

El papel en blanco es mi cobijo.

Enredada en mis pensamientos, mi yo más íntimo se desliza feliz en soledad. Invento sueños, nado en mis ideas y bailo con mis sentimientos y emociones. Tú no me mandas callar y siempre permaneces en espera a que vuelva la música de mis palabras.

Este silencio que arrastro es la gota que cae y erosiona mi estima en una piedra deformada.

Este silencio ata la palabra que no encuentra su papel.

Este silencio ensordece la música, mi música, mis palabras sobre el papel.

Habla, aunque sea en silencio.

Habla, de una vez.